ʉⱷⱺCAPITULO:03ʉⱷⱺ:

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Mientras en el reino de la oscuridad, Osagi estaba sentado en el gran comedor acabando de cenar, como era habitual en sus cenas y comidas no podía faltar la botella de vino, Osagi se sirvió una copa de vino y tras un rato acabó de cenar, así que se levantó de la mesa y avisó al servicio, tras unos segundos llegaron dos sirvientes que le hicieron reverencia a Osagi.
-Sirvientes: ¿Que se le ofrece mi lord?- Hablaron ambos a la vez.
-Osagi: Recoged todo esto.
Osagi ni miró a los sirviente, ellos comenzaron a recoger lo de la mesa y Osagi salió de la sala, caminó por el largo pasillo hasta al fin llegar a la puerta que conducía a los jardines reales, Osagi salió a los jardines y por allí paseó durante horas ya que no tenia sueño.
Tras unas horas Osagi se sentó bajo un árbol y se puso a contemplar el cielo estrellado.
-Osagi: ¿Quien seria ese hombre de pelo blanco? ¿Será verdad lo que me dijo? ¿Os es todo una broma?. Pero si es una broma no ha sido mi hermano, ya que lo vi muy sincero cuando me lo estaba negando así que él no ha sido. Y si es verdad ¿que interés tiene el rey del reino ese de donde viene el hombre del pelo blanco? ¿Por que ha enviado a alguien a avisarme? No entiendo nada.
Osagi muy confuso se levantó de su asiento y caminó hacia dentro de palacio ya que ahí fuera ya estaba comenzando a hacer frio. Una vez dentro del palacio Osagi se dirigió a sus aposentos, entró cerró la puerta con seguro y se tumbó en su gran cama.
Tras un rato Osagi no había conseguido quedarse dormido así que se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, estaba inquieto por la visita de ese hombre de pelo blanco. Seguía dándole vueltas a lo ocurrido, no llegaba a entender nada de aquello y sobre todo temía que todo lo que le dijo ese hombre fuera real ¿si todo era real que iba a hacer? Finalmente tendría que rendirse y aceptar juntar el reino con su hermano, esa idea no le gustaba nada ya que Osagi odiaba a su hermano tan perfecto y tan correcto y ademas era respetado, cosa que Osagi quería, pero a él su pueblo no lo respetaba simplemente le temía.
Osagi ya se estaba agobiando así que salió de la habitación y caminó hasta la cocina, una vez ahí se sirvió un vaso de agua y se sentó a la mesa que estaba en el centro de la gran cocina.
-Osagi: Maldita la hora en la que decidí oír a ese estúpido imbécil de pelo blanco, si lo hubiera echado sin oírlo ahora yo estaría durmiendo plácidamente en mi cama y no aquí dándole vueltas a sus palabras. Estúpido imbécil de pelo blanco ¡Estúpido!.
Osagi lanzó el vaso y este se estrelló contra la pared rompiéndose en mil pedazos, rápidamente en la cocina apareció uno de los sirvientes de Osagi.
-Sirviente: ¿Que ha ocurrido mi lord? ¿esta bien?.
Osagi miró al sirviente con odio.
-Osagi: Si estoy bien ¡Largo de aquí!.
El sirviente muy asustado salió de la cocina rápidamente dejando a Osagi solo de nuevo, este se levantó de la mesa y salió de la cocina, caminó a paso rápido hasta salir del palacio, se dirigió a las caballerizas allí se subió a su caballo y cabalgó hasta llegar al pueblo, que estaba a unos metros, podría haber ido caminando pero Osagi es así.
Al llegar al pueblo dejó el caballo atado fuera y entró a la taberna, los hombres que se encontraban allí lo miraban con miedo.
-Osagi: ¡No me miréis con terror! Yo solo vengo a beber, igual que vosotros.
Osagi se sentó a la barra, el tabernero lo miró.
-Tabernero: ¿No ha tenido un buen día verdad mi lord?.
-Osagi: Exacto, en palacio me agobiaba así que he decidido salir a que me de el aire y al pasar por delante de tu posada me ha apetecido entrar y beber hasta perder el conocimiento.
-Tabernero: Es usted bienvenido a mi taberna, mi lord.
Osagi lo miró.
-Osagi: ¿Tu no me tienes miedo?.
-Tabernero: No mi lord, yo a usted lo respeto ya que es mi rey.
-Osagi: Que raro ya que todos en el reino me temen.
-Tabernero: No todos mi lord, hay personas que al igual que yo os respetan.
-Osagi: ¿Enserio? Yo se que no he sido un buen rey pero a partir de hoy intentaré ser un buen rey y que nadie en el reino me tema.
-Tabernero: Eso es una buena idea mi lord.
-Osagi: Se que si. Bueno sirve-me una copa de vino.
-Tabernero: Si mi lord.
El tabernero le sirvió una copa de su mejor y mas caro vino.
-Tabernero: Aquí tiene mi lord, para usted lo mejor.
-Osagi: Gracias buen hombre.
Era la primera vez en mucho tiempo que Osagi le daba las gracias a alguien y era educado, ya que normalmente era un mal humorado y malhablado, pero esa noche algo había cambiado en Osagi.
Al acabar de tomarse la copa de vino este pidió otra y el tabernero se la sirvió, tras unos cuantas copas mas.
-Tabernero: Mi lord, no debería de beber mas.
-Osagi: Shh dejame, venga sirve-me otra copa.
-Taberna: Esta bien mi lord.
El tabernero le sirvió otra copa de vino, transcurrió una hora y Osagi ya se había bebido tres botellas de vino, pero no quería parar.
-Osagi: Otra copa.
-Tabernero: Mi lord ya va por la cuarta botella, pare ya de beber y vuelva a palacio.
-Osagi: Ese es el ultimo sitio a donde me apetece ir ahora mismo.
-Tabernero: Esta bien mi lord quédese aquí si quiere, pero no beba mas.
-Osagi: Shh, sirve-me otra copa.
-Tabernero: Si pero ya es la ultima.
-Osagi: Eso lo decidiré yo que soy el rey, tu sirve-me otra copa.
El tabernero le sirvió otra copa y con esa ya se había acabado la cuarta botella de vino.
Al acabarse la copa Osagi pidió otra pero el tabernero se negó.
-Osagi: He dicho que me sirvas otra copa.
-Tabernero: No mi lord, no voy a permitir que beba mas, esta usted demasiado borracho ya.
-Osagi: Me da igual, esta noche solo me interesa beber.
-Tabernero: ¿Que es lo que le ha ocurrido para que esté tan desanimado?.
-Osagi: Nada, solo es que me he dado cuenta de que soy un rey al que su pueblo no respeta.
-Tabernero: Pero eso puede arreglarlo mi lord. Deje de beber y vuelva a palacio, mañana será otro día y verá como es mejor que este que ha acabado.
-Osagi: Lo dudo.
-Tabernero: Hágame caso mi lord, vuelva a palacio y duerma.
-Osagi: Esta bien, muchas gracias.
Osagi dejó siete monedas de oro sobre la barra, el tabernero se negó a aceptarlas, pero ante la insistencia de Osagi finalmente el tabernero aceptó las monedas de oro.
Osagi salió de la taberna y caminó hasta llegar a su palacio, una vez dentro se dirigió a sus aposentos, allí se dejó caer sobre la cama y se quedó dormido en cuestión de segundos.
A la mañana siguiente Osagi se despertó ya muy tarde, era ya medio día.
-Osagi: Ah que dolor de cabeza.
Se había despertado con un gran dolor de cabeza debido a la borrachera de anoche, Osagi se levantó de la cama, se cambió de ropa y bajó al gran comedor.
Al llegar un sirviente de le acercó.
-Sirviente: ¿Se le ofrece algo mi lord?.
-Osagi: Am un vaso de agua, bueno mejor traeme la jarra entera de agua, uh tengo la lengua tan seca como el esparto.
-Sirviente: Si mi lord. ¿No se le ofrece nada de comer?.
-Osagi: Ruiza ¿Me ves con cara de tener hambre?.
Ruiza, que así se llamaba el sirviente, miró a Osagi y rápidamente apartó la mirada de él.
-Osagi: Ey Ruiza no me tengas miedo, ya no volveré a tratarte mal ni a ti ni a ningún sirviente, ni a nadie de mi reino, yo se que he sido despiadado y terriblemente malo pero eso ya se acabó, yo no quiero tener a mi gente aterrorizada, yo quiero que seáis felices y que me respetéis no que me temáis.
Ruiza miró a Osagi confuso por lo que acababa de oír.
-Osagi: Entiendo que estés sorprendido con mi cambio. Oye encargate de decirle esto a todos, diles que a partir de hoy el rey ya no maltratará a nadie de este reino.
-Ruiza: Esta bien mi lord, em voy a por su agua.
-Osagi: Esta bien.
El sirviente se fue, al cabo de unos minutos volvió con una jarra llena de agua en una mano y en la otra un vaso, dejó la jarra y el vaso sobre la mesa.
-Ruiza: Si no se le ofrece nada mas, mi lord, yo me retiro.
-Osagi: Puedes retirarte.
-Ruiza: Con su permiso mi lord.
Ruiza se fue del comedor dejando a Osagi solo, este se sentó a la mesa, se sirvió un vaso de agua y se lo bebió de un solo trago, se sirvió otro vaso y se quedó con la mirada perdida en la inmensidad de la habitación.
Tras unos minutos un fuerte golpe lo sacó de su trance, rápidamente se levantó de la silla y se dirigió hacia la cocina, que era de donde había provenido el fuerte ruido.

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